Chicles y chocolatinas a un euro en el ‘bus’. Los autobuses urbanos de
Barcelona han empezado a probar qué tal funcionaría el vending en
ruta instalando una máquina expendedora en un autobús de la línea
7, una iniciativa pionera en España. De momento el aparato solo está
instalado en un vehículo y la idea es probar su efectividad durante seis meses
para posteriormente valorar futuras acciones. La mayoría de usuarios consultados desaprueban
la medida porque ven “incongruente” poder comprar chicles y no una tarjeta de
autobús.
Un único vehículo de la línea 7 de autobús en Barcelona, que une el Fòrum
con Zona Universitaria, circula desde hace unos días con una máquina
expendedora de chocolatinas y chicles en su interior . El
aparato permanecerá seis meses en funcionamiento y posteriormente “si despierta
interés valorará la viabilidad de colocarla de forma definitiva en otros autobuses
urbanos de la ciudad. La entidad califica la medida de “experimento”
que se enmarca dentro de las diversas iniciativas puestas en marcha por la
entidad para conseguir “ingresos complementarios”, algo que ya sucede en las
paradas del suburbano de la capital catalana y en otras ciudades. Según ha
confirmado a este medio la empresa encargada de la gestión, Wrigley, se trata
de una acción pionera en España.
Extraplana para no generar molestias
El aparato, de menor tamaño que los que desde hace años están instalados en los andenes del metro, se encuentra situado en la zona habilitada para cochecitos y sillas de ruedas apoyada sobre una barra, se optó por un modelo “extraplano” que no ocupara mucho espacio ni molestara a los viajeros.
El aparato, de menor tamaño que los que desde hace años están instalados en los andenes del metro, se encuentra situado en la zona habilitada para cochecitos y sillas de ruedas apoyada sobre una barra, se optó por un modelo “extraplano” que no ocupara mucho espacio ni molestara a los viajeros.
Pero muchos de usuarios consultados reciben
con sorpresa el nuevo elemento presente en el autobús y la
inmensa mayoría creen que, antes que este servicio, sería conveniente implantar
otros que tengan más que ver con el uso del transporte. En este sentido Júlia,
funcionaria y habitual del bus, no cree que “sea necesario comprar chicles en
el bus, en cambio sí que me gustaría poder comprar una tarjeta”, reivindica.
Para Maria Dolores Álvarez, además, incorporar más elementos en unos vehículos
que habitualmente van atestados de gente no hace más que contribuir a la
sensación de “agobio”. Tampoco el matrimonio leridano formado por Josep Maria
Amorós y Maria Alba acaba de ver con buenos ojos el nuevo servicio en pruebas.
Aunque Maria Alba cree que puede ser útil cuando vas con niños Josep Maria
considera que es “más necesario” poder comprar un abono.
Otras iniciativasEsta no es la única iniciativa comercial que Barcelona ha instalado dentro de sus autobuses para conseguir fuentes extra de ingresos. Agarraderas con patrocinio, además de los clásicos carteles publicitarios, son otras de las apuestas comerciales
No hay comentarios:
Publicar un comentario