martes, 27 de julio de 2010
La vida antes y después del Blackberry
Dedicados a todos los que tenían vida antes de comprar un Blackberry.
Cuando tenías un celular normal, como el de todos los mortales, te limitabas a hacer llamadas, recibirlas, enviar minimensajes, tomar fotos, grabar videos y escuchar música. Esas son las funciones promedio de un teléfono móvil.
Pero cuando te pusiste de pone mano a puyar el Blackberry de un(a) amigo(a) comenzó el fin de tu vida. En ese momento la idea de tener tu propio BB no salía de tu cabeza, y de repente te comienzas a dar cuenta de que más gente a tu alrededor de la que imaginabas ya tienen el suyo.
El próximo paso fue tu Everest: por fin te compraste el BlackBerry. El mismo día casi lo estrallas porque te das cuenta de que los mil y un botones que tiene funcionan cada uno para cinco cosas diferentes. La primera vez que le diste al botón lateral, puso a funcionar la cámara, la segunda vez te mostró tu lista de contactos ¿por fin, para qué es ese botón?
Después de una semana, y la ayuda de todos los conocidos que tienen Blackberry, ya sabes más o menos cómo funciona el aparato. Ya no pasas vergüenza, y hasta te la puedes privar frente a tus amigos que tienen Alcatel.
Tu pesadilla comienza cuando el “celular” por todo pita: un minimensaje, un chateo de Messenger, una conversación en el Blackberry chat, una notificación de Facebook (que nunca es una, son miles a la vez), todas tus cuentas de email y para colmo hasta la batería baja.
Tus pulgares ya no son sanos, necesitas masajes al final del día. Y si te vas de fin de semana, el trabajo te persigue por el Blackberry, pero no lo puedes dejar en casa porque el daño está hecho. A pesar de todo, no puedes vivir sin tu BB. Lo llevas al baño, a la cocina, si atiendes a clases es porque se le acabó la batería, caminas por la casa con él en la mano y lo peor es que no te diste cuenta en qué momento te volviste adicta(o) a esa máquina. Si te ofrecen sacarlo de tu vida, primero muerta(o), a pesar de todo te gusta el can. En este punto, te dejaste consumir por el aparato de los mil botones. Recuerdas con nostalgia cuando tenías un celular, no un dispositivo acaba vidas. Bienvenido a la Blackberry manía.
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